Introducción
Se creyó
de pronto que los principales reos insurgentes serían
conducidos a la ciudad de México y juzgados allá,
y aun el coronel García Conde, ex prisionero de Hidalgo
en compañía de Merino y el Conde de Casa Raúl,
solicitó del Virrey como una gracia, que hubiera sido
más bien una especie de venganza, le concediera escoltarlos
hasta la capital.
Bajo la custodia
del teniente coronel Manuel Salcedo, gobernador de la provincia
de Texas, salieron los principales caudillos del levantamiento
de Dolores: Hidalgo, Allende, Aldama, Balleza, José Santos
Villa, Mariano Hidalgo; de otros jefes y oficiales, Jiménez;
Abasolo y Camargo; Pedro Aranda, Manuel
Santa María y Francisco
Lanzagorta; mariscales Onofre
Portugal y Juan
Bautista Carrasco, mayor de plaza, Pedro León; de eclesiásticos,
los religiosos Carlos Medina (franciscano),
Gregorio de la
Concepción (Carmelita), Pedro Bustamante (mercedario),
Bernardo
Conde, de la Provincia de San Pedro y San Pablo, y los clérigos
Francisco Olmedo, Antonio Ruíz, Nicolás Nava, Ignacio
Hidalgo y Antonio Belán.
Llegados a la extensa
plaza llamada de San Felipe o de los Ejercicios, situada en el
extremo opuesto del poblado, se alojó a unos en el ex Colegio
de la Compañía y a otros en el convento de San Francisco,
algunas de cuyas celdas se adoptaron como calabozos.
En el primero de
estos edificios, abandonados sin concluir desde la expulsión
de los jesuitas y convertido después en Real Hospital Militar,
fue alojado en primer lugar el Cura Hidalgo, que ocupó
el cubo de la Torre de la Iglesia del ex colegio, también
sin concluir. |