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LA IMPUGNACIÓN DE LA DIVISIÓN JUDICIAL DE LA HERENCIA Y DE LA LIQUIDACIÓN DEL RÉGIMEN ECONÓMICO MATRIMONIAL
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Por Barral Díaz José Manuel *.
I.- IMPUGNACIÓN DE LA DIVISIÓN JUDICIAL DE LA HERENCIA.
1.1. Introducción.
Si existe una materia carente de regulación cabal y sistemática en el Código Civil y, al propio tiempo, más sujeta a una importante casuística, esa no es otra que la relativa a la impugnación de las particiones hereditarias. El Código Civil únicamente regula los supuestos de rescisión por lesión (artículos 1073 a 1078), la omisión de bienes o valores de la herencia (artículo 1079), la preterición de un heredero (artículo 1080) y la partición hecha con un heredero que realmente no lo es (artículo 1081). Pero es evidente que, además de los citados, existen otros muchos casos en los que puede ser denunciada la ineficacia de la partición. La doctrina y la jurisprudencia han ido aclarando los diferentes casos de impugnación, permitiendo distinguir entre la nulidad, absoluta o relativa, de la partición, la rescisión y, por último, la modificación o complemento.
Se pueden sintetizar los siguientes principios o normas generales que rigen esta materia. El primero y que pudiéramos llamar capital principio es el muy conocido de “conservación de la partición”, que tiene su reflejo en el espíritu eminentemente restrictivo que aplica el Código Civil para evitar en cuanto posible que las particiones, ya contractuales ya judiciales, se anulen o rescindan. Son muy numerosas las sentencias que así lo declaran (a modo de ejemplo, las de 13-3-03, 31-5-80, 8-3-99, etc.). Ello sin perjuicio de llevar a la partición las adiciones o rectificaciones que sean procedentes, porque, como igualmente señala la segunda de las sentencias reseñadas, se trata de evitar la nulidad de la partición cuando la lesión es subsanable mediante la pertinente y justa rectificación o indemnización del perjuicio (En igual sentido, las Sentencias de 15-6-82, 17-1-85 y 14-2-85).
Otro principio es el que distingue entre partición y proyecto de partición, es decir, cuando la partición todavía no fue aprobada judicialmente 1. La distinción era posible con la LEC anterior, ya que el juicio de testamentaría no producía cosa juzgada y por ello las operaciones particionales no aprobadas en la última de las Juntas que regulaba dicha Ley podían ser objeto de impugnación en sede de juicio contencioso. Creo que la distinción sigue siendo posible con la nueva Ley, ya que tampoco produce excepción de cosa juzgada la sentencia que se dicte en el juicio especial de división de la herencia. La partición en proyecto puede impugnarse aún cuando no se alcance el límite de la cuarta parte, si es importante. En tales casos se permite acudir al simple complemento o adición, introduciendo en el cuaderno del contador nuevas valoraciones o modificando incluso la relación de bienes establecida por el contador.
Es también necesario establecer la distinción, recogida por la propia jurisprudencia en la sentencia de 16 de marzo de 2001, entre las operaciones particionales realizadas por el testador o, por encargo de éste, por el contador-partidor y las llevadas a cabo por los herederos de común acuerdo, dado que el régimen jurídico de las causas por las que se puede impugnar la partición difiere en uno u otro caso. Así, las causas de impugnación basadas en los vicios del contrato no son de aplicación a las particiones hechas por el testador o por el contador-partidor 2.
Comencemos el análisis de cada una de dichas causas de impugnación de la división de la herencia.
1.2. Nulidad.
En materia de nulidad se debe insistir en dos ideas ya expuestas. En primer lugar, que sólo es posible acudir a la invalidez de la partición cuando así lo disponga la norma jurídica y no haya más remedio para evitar la vuelta de los bienes a la indivisión y a los gastos, molestias e inconvenientes que acarrearía una nueva partición, como así lo proclama de forma absolutamente reiterada la jurisprudencia 3. En segundo lugar, que las causas que determinan la nulidad, absoluta o relativa, de los contratos sólo tienen cabida en las particiones practicadas por los coherederos de mutuo acuerdo.
1.2.1. Nulidad Absoluta.
Siguiendo a la sentencia de 31 de mayo de 1980 4, se puede afirmar que serían particiones radicalmente nulas: a) las que adolecieran de algún presupuesto esencial; b) las que, realizadas por los coherederos contractualmente, carecieren del necesario consentimiento de las personas que deben prestarlo o de los restantes requisitos esenciales del contrato (objeto y causa), según el artículo 1261 del Código Civil; c) cuando contravinieren una norma imperativa o prohibitiva (artículo 6.3 Código Civil) 5.
a) Falta de un Presupuesto Legal del Negocio Jurídico Particional.
1º. La muerte del causante, es decir, tenérsele por muerto cuando no lo estaba.
2º. La nulidad del propio título en que se fundamente la partición, que no es otro que el testamento, como sería el caso de que fuere nulo o careciere de eficacia por existir otro posterior. No es fácil teniendo en cuenta la existencia del Registro oficial al respecto, pero puede fácilmente suceder en el caso de que, después de un testamento notarial, se otorgare otro ológrafo que estuviere en poder del propio testador; incluso cuando se parte del supuesto de que el causante falleció sin testar y después aparece el testamento. Con relación a este supuesto la sentencia de 25 de octubre de 1965 declaró que si los herederos son los mismos en uno y otro testamento, la partición no sería nula. Para el caso de que las cuotas hereditarias no fueran iguales en ambos títulos, quizá la solución tampoco sería la nulidad de la partición, sino simplemente su complemento o rectificación al amparo del artículo 1079 del Código Civil, pero sólo en el caso de que las diferencias no fueran importantes
6.
3º. La partición hecha sobre la base de una normativa que no fuera la que debiera regir la sucesión 7. El problema puede venir con los extranjeros, ya que el artículo 98 del Código Civil aplica en esta materia la ley nacional del causante.
b) Falta de un Elemento Esencial.
Se pueden incardinar dentro de este apartado los siguientes.
1º. Ausencia de consentimiento de las personas que deben otorgarlo(artículo 1261, primer párrafo del Código Civil). En este apartado son muy numerosos los casos de nulidad, pudiendo citarse los siguientes:
Cuando siendo impuesta por el testador la intervención del comisario, contador-partidor o albacea, lo haga otra persona distinta a la designada (Sentencias de 21-6-17, 24-3-28, 17-1 y 8-3-56, 113-10-60, 30-11-61). Cuando no se dé intervención a personas cuya presencia sea inexcusable, como el caso de no citar al cónyuge viudo para la liquidación previa de la sociedad de gananciales, contemplado por las Sentencias de 20-10-52, 13-10-60 y 25-2-2000 8. También cuando interviene un progenitor en representación del hijo existiendo intereses contrapuestos, conforme a las Sentencias de 17-1-56, 14-12-57, 30-11-61, 28-5-74. O cuando alguno de los herederos no concurra en la partición (Sentencias de 7-2 y 10-6-58, 7-1-65, 9-12-70, 28-5-74).
2º. Error Sustancial. La partición hecha con uno a quien se creyó heredero sin serlo. Es el único supuesto de nulidad que contempla el art. 1081 del Código Civil. El precepto parte de la existencia de un error, sin hacer distinción entre hecho y derecho, como tampoco del nacido del acto propio o del ajeno, como afirma la sentencia de 31 de mayo de 1930. No se trata de un caso de anulabilidad por error del consentimiento, sino de nulidad radical 9 por tratarse de un acto jurídico en el que se tiene derecho a ser parte con carácter personalísimo, ya que el artículo 1266, párrafo 2, del Código Civil declara que el error en la persona invalidará el contrato cuando la consideración a ella hubiere sido la causa principal del mismo, es decir, que la consideración a la cualidad de heredero es la causa decisiva de su otorgamiento. En cualquier caso, la tesis de que estamos ante un vicio del consentimiento y, por tanto, un supuesto no de nulidad radical sino de mera anulabilidad, al igual que el de los restantes vicios del consentimiento, es perfectamente defendible y por ello debería alojarse esta causa dentro de la doctrina de la anulabilidad.
3º. Objeto no cierto(artículo 1261 segundo párrafo del Código Civil). Se ha considerado causa de nulidad la inclusión de bienes que no forman parte del causante (Sentencia de 30-1-51, 5-11-55, 26-5-65, 17-5-74, 7-1-75, 11-12-02). O su ocultación dolosa (Sentencia de 22-6-48, 25-2-56) 10. Asimismo, la omisión de operaciones importantes en la partición, como podría ser la obligación de colacionar las donaciones (Sentencias de 19-2-60, 7-1-75, 11-12-02), aunque tal supuesto más parece incardinarse dentro del apartado de ausencia de un presupuesto esencial.
En este concreto apartado, sin embargo, debemos tener en cuenta que dichas omisiones e inclusiones indebidas sólo provocan la nulidad radical de la partición cuando afecten a bienes de importancia o se refieran a una parte del patrimonio también importante, pues de no ser así procederá la vía del complemento o rectificación de la partición. Un ejemplo lo tenemos en la citada sentencia de 11-12-02, en donde se distinguen ambos casos 11.
4º. Ilicitud o ausencia de causa (artículo 1261, tercer párrafo del Código Civil). La contemplan las Sentencias de 22-6-48, 25-2-56, 25-2-66 12. Ya hemos visto cómo la ocultación deliberada de componentes del caudal hereditario ha sido admitida como un supuesto de ilicitud de la causa.
c) Violación de Norma Imperativa o Prohibitiva.
A ella hace relación el artículo 63 Código Civil. Se debe tener en cuenta que estamos ante un precepto de carácter general, que necesariamente habrá de ponerse en directa relación con el principio de conservación de la partición, reservando su fuerza anulatoria para cuando la infracción recaiga sobre normas esenciales prohibitivas, como sería el caso de una partición hecha por un causante que no hubiera otorgado testamento, violando así lo dispuesto en el artículo 1056 Código Civil, ya que su párrafo.
1º. Sólo permite al causante que al propio tiempo haya otorgado testamento hacer la partición o encomendar a un tercero que la haga (Sentencias de 13-6-03, 6-3-45, 26-10-60, 28-6-61) 13. También provoca la nulidad de la partición la que se haga sin nombrar representante o defensor judicial al menor con interés contrapuesto al de los progenitores (Sentencias de 14-12-57, 28-5-74, 31-5-80). Si se trata de un supuesto de nulidad radical, no cabe la posibilidad de confirmación o subsanación, aunque nada impedirá, a la hora de practicar una nueva partición con el defensor judicial del menor, reproducir las mismas operaciones divisorias anteriormente hechas, si éstas fueren correctas 14.
Por el contrario, la moderna Jurisprudencia 15 modificó su anterior criterio favorable a la nulidad radical, sustituyéndolo por el que declara la mera anulabilidad, cuando se infringe el párrafo 3°. del artículo 1057 del Código Civil por no hacer el contador inventario de los bienes de la herencia, con citación de los representantes legales, tutores o curadores, cuando entre los coherederos haya algún menor sometido a patria potestad, enfermo o deficiente físico o psíquico sujeto a tutela o pródigo sometido a curatela.
d) Legitimación.
Activa. Al igual que en el ejercicio de la acción de nulidad contractual, puede ejercitarla todo aquel que tenga interés, aunque sea un tercero si es perjudicado por la partición (Sentencia de 25-3-14 y 6-11-34 y 11-4-53, entre otras muchas). Por lo tanto, pueden accionar los herederos, los legatarios de parte alícuota y el cónyuge viudo (artículo 7821 LEC).
Es cierto que el cónyuge no figura expresamente nominado en dicho precepto, pero sí en otros como los artículos 7832, 7901, 7921 primer párrafo, 7933 y 6, etc., por lo que no cabe duda de que está igualmente legitimado. Por otro lado, así lo reconoció la Jurisprudencia 16. Todo ello demuestra que es parte en las operaciones particionales y por lo mismo tiene legitimación activa.
También pueden pedir la nulidad los acreedores cuando la partición les perjudique. Como interesados pueden ejercitar la acción de nulidad o, subsidiariamente, es decir, en defecto de la anterior, pueden ejercitar la acción rescisoria por lesión, como veremos más adelante, pues así se lo concede el artículo 1291, tercer párrafo del Código Civil. Sin perjuicio igualmente de que pueden intervenir en el propio proceso de división de la herencia, no para instarlo, ya que el artículo 7823 LEC no les concede legitimación para ello, pero sí para mostrarse parte, incluso impidiendo la adjudicación de bienes a los coherederos cuando se trata de acreedores de la herencia cuyo título de crédito aparezca reconocido por el testamento, por los coherederos o por la ley hasta tanto no se les satisfaga o afiance el importe de sus créditos.
También están legitimados los representantes legales de los herederos menores de edad, incapaces o ausentes. En defecto de los anteriores y hasta tanto no sean nombrados intervendrá el Ministerio Fiscal (artículo 7834 LEC). Y también el Abogado del Estado respecto de las herencias sin testamento ni cónyuge o parientes con derecho a la sucesión.
Por último, el Tribunal Supremo (Sentencia de 5-3-02) negó legitimación para ejercer acciones en defensa de los bienes de la herencia al administrador judicial del caudal hereditario, si bien ello ocurre “cuando el testador ha otorgado testamento”, ya que en tal supuesto corresponde a los herederos ejercitar tales acciones. En cualquier caso, dichos administradores tienen plena facultad para llevar a cabo los actos de administración, custodia y conservación, tal y como se lo concede el artículo 798, párrafo 2°, de la LEC. La Sentencia de 5-3-02 se refiere, para negar legitimación al administrador judicial, a los supuestos de ejercicio de acciones que pudieran corresponder al difunto, caso de que éste hubiera otorgado testamento y designado herederos, que son los verdaderamente legitimados.
Pasiva. Lógicamente, en el lado pasivo del ejercicio de la acción de nulidad estarán todos los coherederos no actores, creándose un litisconsorcio pasivo necesario (Sentencias de 5-11-18 y 22-2-27), pues hay que oír a todos a quienes afecta (Sentencias de 5-11-18, 22-2-27, 7-1-49, 17-10-53, 17-1-56, 19-5-64, etc.). Esta última reitera la excepción de litisconsorcio pasivo necesario, que exige la presencia de todas las personas a quienes la resolución podría afectar. Excepción, además, apreciable de oficio por el órgano judicial.
Sin embargo, no es preciso demandar al contador o albacea que practique la partición, pues aunque la sentencia de 24-1-28 consideró una irregularidad procesal no demandarlo, la sentencia de 12-6-30 sentó la doctrina contraria, que se mantiene sin fisuras (Sentencia de 13-7-75); y ello aunque la sentencia a dictar pueda afectar, en su día, al citado contador. Lo que le permite de forma voluntaria intervenir igualmente en el proceso al amparo del artículo 13 (intervención procesal voluntaria) de la LEC.
e) Efectos.
El principal es que provoca una nueva partición, dejando sin efecto la anterior por ser el único medio hábil para eliminar el vicio o defecto esencial en que se incurrió, como afirma la Sentencia de 5-11-55. Como el vicio o defecto puede ser de muy variada índole, ya porque afecta a la propia institución de heredero, ya a los bienes, ya a cualquier otra circunstancia formal o sustantiva, los específicos efectos vendrán determinados por la concreta causa invalidante.
f) Prescripción.
Cuando la nulidad es absoluta la acción es imprescriptible por el principio de derecho que no permite convalidar por el transcurso del tiempo lo que es radicalmente nulo en su origen (Sentencias de 24-3-56, 7-2 y 21-4-58, entre otras muchas). De todas formas, como bien afirma Castán 17, como el acto nulo no produce efecto alguno, no es menester, en principio, que sea objeto de impugnación ni que se declare judicialmente su nulidad; mas como dicho acto ha provocado una apariencia de realidad o validez, es necesario o conveniente destruir esa apariencia si constituye obstáculo para el ejercicio de un derecho. Este es el sentido de la acción de nulidad o inexistencia reconocido por reiteradas sentencias del Tribunal Supremo, entre ellas la de 3-1-47.
g) Procedimiento.
La acción puede hacerse valer en el propio juicio verbal de división de la herencia (artículo 7875 LEC), caso que en la Junta anterior no se hubiese obtenido un acuerdo; o en el posterior e independiente juicio declarativo que corresponda con arreglo a la cuantía (artículo 7875, párrafo 2°, LEC) 18.
1.2.2. Anulabilidad.
En este apartado no se debe incluir la ausencia total de consentimiento, en cuanto supuesto de nulidad absoluta por violación del artículo 1261 primer párrafo del Código Civil, como ya vimos. Por el contrario, debemos incluir, con las reservas ya expuestas 19 el supuesto del error en general, incluso el que recae sobre la persona del heredero, en cuanto debe encuadrarse dentro de este apartado de la anulabilidad, al igual que el resto de los llamados vicios del consentimiento, como así se deduce de la sentencia de 26-11-74, que a estos efectos señala que mientras que la ausencia de consentimiento de las personas, que deben prestarlo, supone un supuesto de nulidad radical de la partición, las viciadas por la incapacidad de las personas que a ellas concurran, así por la existencia de error, violencia, intimidación o dolo, son supuestos de anulabilidad.
Se puede afirmar 20 que el negocio jurídico es inicialmente válido y susceptible de quedar plenamente convalidado. Sin embargo, mientras no haya prescrito la acción correspondiente, la parte perjudicada podrá pedir que se declare anulado.
Lo mismo que en los contratos anulables, se trata de casos en los que existe el consentimiento, pero quien lo ha declarado ha sufrido uno o algunos de los vicios indicados. En este sentido habrán de tenerse en cuenta los artículos 1265 y ss. y 1300 y ss. del Código Civil.
Quizá en este apartado los mayores problemas procedan del error, porque cuando éste recae sobre aspectos relacionados con criterios de valoración de los bienes que integran el caudal hereditario, no siempre en fácil diferenciarlo de la acción de rescisión por lesión del artículo 1074 del Código Civil; incluso se pueden plantear problemas entre los supuestos de nulidad o rescisión y los de mera rectificación o adición de la partición admitidos por el artículo 1079 del Código Civil 21.
En todo caso, en esta concreta materia del error podemos establecer las siguientes conclusiones, siempre dependiendo de las concretas circunstancias del caso a enjuiciar, porque la casuística es realmente importante:
1º. El error puede ser excusable o inexcusable. Sólo el error excusable sirve para anular el consentimiento, entendiéndose por tal aquél que no es debido a la negligencia de la parte que lo alega. Por lo tanto, el llamado error inexcusable, en cuanto producto de la negligencia, no afecta al consentimiento 22.
2º. Para que el error invalide el consentimiento, según el artículo 1266 del Código Civil, deberá recaer sobre la sustancia de la cosa que fuere objeto del contrato, o sobre aquellas condiciones de la misma que principalmente hubiesen dado motivo a celebrarlo. El error en la cantidad, lo que el Código denomina como “simple error de cuenta”, sólo dará lugar a su corrección, lo que nos conduce, de forma casi inexorable, no a la anulación sino al artículo 1079 del Código Civil relativo al complemento o adición o rectificación de la partición, pero no a su invalidez.
Una aplicación práctica de lo expuesto la encontramos en la sentencia de 9-3-51, cuando afirma que no todo error vicia de nulidad el consentimiento, sino sólo el que recae sobre las circunstancias del citado artículo 1266. Con fundamento en esta sentencia se puede afirmar que el criterio general se orienta en el sentido de evitar la anulación de la partición, y ello aunque en el caso contemplado por dicha sentencia se tratara de un error “in sustantia”, afirmando: que el error afirmado pudo evitarse con el uso de una regular diligencia y ser reparado mediante el ejercicio de acciones no productoras de efectos tan graves como los que se derivan de la nulidad de las particiones y en contemplación a las cuales preside, en cuanto a la misma, en la constante jurisprudencia de esta Sala un criterio restrictivo, y al error de hecho, referido a un perjuicio económico subsanable del modo que previenen los artículos 1069, 1071 y 1072 del Código Civil. En este caso la Sala cita estos artículos, que se refieren a la evicción, porque efectivamente el caso guardaba más relación con la evicción que con la lesión, pero a pesar de ello pone de relieve el criterio restrictivo en orden a la nulidad de las particiones por error.
3º. Que aunque la herencia fuere distribuida de forma distinta a la establecida en el testamento, ello no puede ser considerado como un error o vicio del consentimiento que invalide el contrato particional, dado que el artículo 1058 del Código Civil permite que los herederos mayores de edad y que tuvieren la libre administración de sus bienes distribuyan la herencia de la manera que tengan por conveniente, es decir, que tales herederos no vienen obligados a sujetarse a las disposiciones del testamento, pudiendo incluso reconocer derechos hereditarios a quienes el testador hubiese omitido en su testamento 23. Pero deberá tenerse en cuenta el contenido del artículo 1056, que obliga al respeto de la partición hecha por el testador, en cuanto “se pasará” por ella.
4°. El error en la valoración generalmente no producirá la anulación de la partición, sino que dará lugar a la simple corrección cuantitativa. Sin embargo, cuando dicho error afecta a criterios de valoración importantes, que llegan a trastocar toda la partición (Sentencia de 22-10-02), o sobre la omisión de importantes o numerosos bienes de la herencia (Sentencia de 11-12-02), incluso sobre la propia naturaleza de los bienes, como cuándo se computan bienes inmuebles a pesar de haber sido donados (Sentencia de 7-1-75), entonces el Tribunal Superior opta por la anulabilidad de la partición.
La línea de separación entre la nulidad o anulación por error en la valoración u omisión de bienes de la herencia y la simple rectificación vía artículo 1079 del Código Civil la sienta con claridad la Sentencia de 11-12-02, ya citada anteriormente. Así, cuando los bienes omitidos sean de poca importancia en el conjunto de la herencia, procederá la adición o rectificación (también la Sentencia de 15-2-88); cuando la omisión se dé respecto de bienes importantes, entonces lo procedente es la acción de anulabilidad (Sentencias de 7-1-75 y 31-5-80 y 22-10-02).
5°. No se debe olvidar que aunque la nulidad radical y la anulabilidad provocan ambas la ineficacia de las operaciones particionales, sin embargo, la anulabilidad admite la convalidación y, sobre todo, el plazo para reclamarla es el de cuatro años (artículo 1301, párrafo primero, del Código Civil).
Ejemplos de anulabilidad los tenemos en diversas sentencias. Así, la de 6-4-98, para el caso de desheredación injusta o preterición intencional.
Se recuerda, porque ya se dejó consignado al tratar sobre la nulidad radical, la nueva interpretación jurisprudencial sobre el último párrafo del artículo 1057 del Código Civil, cuando exige la formación de inventario, con citación de los representantes legales y curadores de los herederos sujetos a patria potestad, tutela o curatela, ya que si en un principio se consideró que la falta del requisito provocaba la nulidad radical de la partición, ahora se opta por su mera anulabilidad 24.
a) Ejercicio de la Acción: Legitimación, Prescripción y Efectos.
La legitimación activa corresponde al coheredero perjudicado. Así lo establece la jurisprudencia (Sentencias de 25-3-14 y 6-11-34), cuando afirma que cualesquiera que sean los defectos o vicios de una partición, es menester que el que ejercita la acción haya sido perjudicado por la misma. Pudiendo reaccionar también como demandantes tanto los herederos legítimos como los voluntarios (Sentencias de 25-10-11, 10-1-34, 19-5-45 y 9-7-52).
La pasiva corresponde a todos los restantes coherederos, afirmando la S de 19-5-64 la existencia de un litisconsorcio pasivo necesario 25, que incluso puede ser apreciado de oficio por el Tribunal. Se debe reiterar que no es preciso dirigir la demanda contra el contador-partidor o albacea cuando éste hizo la partición 26.
En cuanto al plazo para el ejercicio de la acción, son de aplicación los artículos. 1300 a 1314 del Código Civil (Sentencia de 6-11-34, 2-11-57 y 13-10-60), por lo que conforme al artículo 1301, el plazo de prescripción es de cuatro años, computando dicho plazo, según señala la Sentencia de 28-6-32, desde que la partición se hizo.
Por lo que a sus efectos se refiere:
1°. La anulabilidad determina una nueva partición, a fin de que con exactitud sean justipreciados los bienes hereditarios y su distribución realizada en la forma que corresponda (Sentencia de 5-11-55).
2°. Cuando las operaciones divisorias sean anuladas como consecuencia de la institución de heredero, los herederos testamentarios, es decir, los llamados en el testamento por el causante pierden su condición de tal y por efecto de la nulidad de la institución entran los herederos abintestato, únicos y verdaderos sujetos de la partición, obligados, sin embargo, a respetar las mandas y mejoras conforme a los términos legales estrictos (Sentencia de 15-10-57).
1.2.3. Rescisión.
Dispone el Código Civil (artículo 1.073) que pueden rescindirse las particiones por las mismas causas que las obligaciones. El precepto nos conduce a los artículos 1290 y ss. del citado Código, concretamente al artículo 1291, que es el que señala los concretos casos en que pueden rescindirse los contratos. No es un precepto cerrado, ya que en el último de sus números admite “cualesquiera otros en que especialmente lo determine la ley”.
Por otro lado, el artículo 1074 afirma que podrán ser rescindidas las particiones por causa de lesión en más de la cuarta parte, atendido el valor de las cosas cuando fueron adjudicadas. Por tanto, se pueden distinguir dos grupos de causas de rescisión: Las generales derivadas de los contratos y la específica de más de la partición en la cuarta parte.
a) Rescisión por Causa Contractual. Algún sector doctrinal 27 considera que la mayor parte de los casos contemplados por dicho artículo 1291 no son aplicables a las particiones. Así los comprendidos en sus casos 1° y 2° (los relativos a los contratos celebrados por los tutores sin autorización judicial o por los representantes de los ausentes), pues ambos supuestos tienen ya su propio y riguroso régimen jurídico; en todo caso, están ya comprendidos dentro del art. 1074, al referirse aquéllos y éste a la lesión en más de la cuarta parte. El número 3°, referente al fraude de acreedores, realmente no añade nada a la garantía de éstos, como afirma Lacruz 28, dada la no división de las titularidades pasivas en la partición de la herencia y el sistema de solidaridad establecido en los artículos. 1084 y ss.; sin olvidar la directa intervención que en el procedimiento de división tienen dichos acreedores. En cuanto a la del número 4° (contratos sobre cosas litigiosas), el supuesto se halla muy próximo a la doctrina legal que establece la obligación de sanear por evicción.
b) Rescisión por Lesión Superior a la Cuarta Parte. El cálculo de la lesión viene dado, en primer lugar, por el valor verdadero de todos los bienes que componen la herencia; en segundo lugar, por la cuota que corresponde al heredero según el testamento; tercero, por el valor real de las cosas que se le adjudicaron en pago de su cuota. Si este valor es inferior en más de la cuarta parte al que representa su cuota respecto del valor total de la herencia, procede la rescisión. Por el contrario, no procede aún cuando haya un defecto de valoración de los bienes atribuidos al heredero, si el mismo defecto y en la misma proporción afecta a la valoración de los restantes bienes hereditarios. Como ejemplo podemos citar la Sentencia de 16-11-55, que alude a otras anteriores.
c) Casos en que No Procede la Rescisión. Existen casos en que, a pesar de existir lesión, no procede la acción de rescisión. Se pueden clasificar de la siguiente manera, siguiendo a Castán 29:
1°. Cuando la partición ha sido hecha por el testador, pues el Código dice que “la partición hecha por el difunto no puede ser impugnada por causa de lesión, sino en el caso de que perjudique a la legítima de los herederos forzosos, o de que aparezca, o racionalmente se presuma, que fue otra la voluntad del testador” (artículo 1075) 30. El artículo, por otro lado, guarda relación con el párrafo 1°. del artículo 1056, cuando firma que “se pasará por ella” cuando el testador hiciere la partición, y con el artículo 1058, que confiere amplísimas facultades a los herederos sólo en el caso de que “el testador no hubiere hecho la partición, ni encomendado a otro esta facultad”.
Ahora bien, la prohibición no se extiende a la partición efectuada por el contador-partidor nombrado por el causante, que debe atenerse al testamento y a la equidad en la distribución, según la Sentencia de 10-1-14. En igual sentido las Sentencias de 9-6-52, 25-1-71, 17-1-85, entre otras.
También se planteó la cuestión de si la partición hecha por el contador-partidor podía rescindirse por lesión causada en la legítima, cuando ésta no supera la cuarta parte. El Tribunal Superior rechazó tal posibilidad (Sentencias de 11-4-59 y 30-3-68, 20-2-81 y 20-6-86) con fundamento en el artículo 815 del Código Civil, que afirma que el heredero forzoso a quien el testador haya dejado por cualquier título menos de la legítima que le corresponda, podrá pedir el complemento de la misma. Lo que supone que no puede pedir la rescisión por lesión. Se cita como excepción a esta jurisprudencia la sentencia de 31-3-80, pero es de advertir que en tal concreto supuesto el comisario había alterado determinados actos dispositivos hechos por el testador en su testamento, consecuencia de los cuales se mermaba la legítima que, por otro lado, era respetada por el testador.
2°. Cuando el heredero haya enajenado el todo o una parte considerable de los bienes inmuebles que le hubieren sido adjudicados (artículo 1.078) 31. Manresa entiende que el término “enajenación” debe entenderse en sentido amplio, comprensivo de la imposición de gravámenes sobre dichos bienes inmuebles, siempre que afecten a todos o a una parte considerable de los mismos. Así mismo, los actos de enajenación tanto pueden ser onerosos o gratuitos, dado que la ley no distingue 32, pero en todo caso habrá de tratarse de actos voluntarios, por lo que quedan fuera de la prohibición los supuestos de expropiación forzosa u otros semejantes 33.
3°. Cuando exista renuncia por parte del heredero perjudicado. La doctrina mayoritaria así lo entiende 34 y la propia jurisprudencia lo admite siempre que la renuncia sea posterior a la partición y hecha con conocimiento de las circunstancias que determinan la existencia de la lesión (Sentencia de 11-7-57). En definitiva, que también la renuncia puede revocarse cuando se hizo por error excusable, como ocurriría en el caso de surgir hechos nuevos que revelasen falsas valoraciones u ocultaciones de bienes.
4°. Cuando procede simplemente la modificación de la partición, según veremos después.
d) Naturaleza de la Accion Rescisoria. Prescripción. Al principio de este apartado 3 ya se aludía al aspecto contractual o personal de la rescisión en general, de la que igualmente participa esta especial rescisión por lesión, en cuanto su ejercicio no afectará a los terceros de buena fe adquirentes de los bienes hereditarios, tal y como resulta del artículo 1.295, párrafo 2°, del Código Civil.
Es importante señalar las diferencias entre la acción rescisoria y la de nulidad, dado que ambas, aunque participan del efecto común de hacer ineficaz la partición, se distinguen en su origen, naturaleza y específicos efectos, entre otras características 35.
Añadiremos ahora que la acción rescisoria tiene carácter subsidiario, lo que supone que sólo habrá de ejercitarse para el caso de que no exista otro medio para obtener la ineficacia de la partición y, por otro lado, que su análisis en sede de juicio se hace una vez desestimada la acción principal de nulidad (Sentencia de 25-1-56).
Así mismo, la jurisprudencia (Sentencias de 9-3-51 y 17-1-56) tiene declarado que las acciones de nulidad y de rescisión son incompatibles entre sí, pero ello hay que entenderlo en el sentido de que no pueden ser ejercitadas ambas como principales en la demanda, sin subordinación de la rescisoria a la de nulidad, como tampoco declaradas en tal situación de igualdad en la sentencia. Pero sí pueden ejercitarse en la misma demanda como principal la de nulidad y la rescisoria como subsidiaria 36; lo que, por otro lado, viene ahora exigido por la nueva LEC, al imponer el ejercicio subsidiario y no alternativo de acciones, tal y como se desprende de sus artículos 71.4 y 399.5.
Por último y respecto de la prescripción, el plazo de vigencia de la acción es el de cuatro años, pues así lo determina el art. 1.076 del Código Civil, a contar desde que se hizo la partición. Es el mismo plazo que también señala el artículo 1.299. Para el caso de haberse hecho dos o más particiones parciales, dicho inicio será desde que se termine la última, que será cuando el perjudicado pueda comprobar si existe la lesión, una vez finalizadas las operaciones particionales, ya que, aún cuando se hubiese producido en cualquiera de las anteriores, hasta la última puede corregirse la lesión.
Se trata de un plazo de caducidad (Sentencias de 4 y 5-7-57, 26-6-67, 8-7-92 y 4-9-95), por lo que no está sujeto a interrupción (Sentencias de 24-12-27 y 7-2-58). La jurisprudencia 37 considera que el ejercicio de la acción de nulidad, sin pedir en el mismo pleito la rescisión de la partición, no interrumpe esta última acción, ya que, una vez fracasada dicha acción de nulidad, no podrá ejercitarse la rescisoria si han pasado los cuatro años desde la partición.
Se plantea el problema de si el inicio del plazo contemplado en el artículo 1.076 se aplica en todo caso o, por el contrario, debe tenerse en cuenta el igual y diferente inicio establecido en el artículo 1.299 del Código Civil, cuando advierte que si existen personas sujetas a tutela o ausentes, el plazo se inicia desde que cesó la incapacidad o sea conocido el domicilio de los ausentes. Pues bien, la sentencia de 26-11-36 38, en un supuesto de partición en la que estaban interesados menores representados por su padre o madre, dio preferencia al artículo 1.076, señalando que el artículo 1932 del Código Civil deja siempre a salvo, a las personas impedidas de administrar sus bienes, el derecho para reclamar contra sus representantes legítimos, cuya negligencia hubiese sido causa de la prescripción. Por el contrario, la sentencia de 24-12-24 aplica el inicio del plazo que refleja el artículo 1.299 para los casos de personas sujetas a tutela o para los ausentes, salvo que las acciones hubieran nacido “antes de la declaración de ausencia que pudiera ejercitar después de ésta el representante” (Sentencia de 24-12-27).
e) Ejercicio de la Acción.
La legitimación activa corresponde al heredero que resulta perjudicado (Sentencias de 25-3-14 y 6-11-34). También pueden ejercitarla los acreedores de la herencia conforme al artículo 1.291.3°. del Código Civil.
La pasiva pertenece a los restantes coherederos. Se ha planteado una interesante cuestión a nivel doctrinal 39 respecto a si existe, en todo caso, un litisconsorcio pasivo necesario. La jurisprudencia, sin embargo, ha venido declarando la necesidad inexcusable de que en la parte pasiva del litigio concurran todos los herederos interesados 40.
El momento al que habrá de estarse, para apreciar si existe o no lesión lo establece el artículo 1.074 del Código Civil “atendido el valor de las cosas cuando fueron adjudicadas”, y no el que pudieran tener al fallecimiento del causante (Sentencias de 16-11-55, 24-11-60 y 17-1-85).
Finalmente, es reiterada la jurisprudencia a la hora de exigir la prueba cumplida sobre la realidad de la lesión “en más de la cuarta parte”, según el artículo 1.074. Así las sentencias de 24-11-60, 3-1-62 y 14-6-71.
f) Efectos de la Rescisión.
En principio la rescisión debería provocar una nueva partición, salvando la lesión apreciada. Pero el espíritu eminentemente restrictivo, que nuestro Código aplica en materia de particiones hereditarias y por ello favorable al principio de conservación de la partición, le lleva a mantener la partición defectuosa, aunque corrigiendo la lesión producida. Es más, aún en los casos en que se produzca una nueva partición, ordena que ésta no alcance o afecte a los que no hayan sido perjudicados, como veremos seguidamente.
Son reglas a tener en cuenta las siguientes:
1º. El heredero demandado podrá optar entre indemnizar el daño o consentir que se proceda a nueva partición (artículo 1.077). Se trata de evitar los inconvenientes y perjuicios a que pudiera dar lugar la devolución de las cosas (Sentencia de 17-1-85). El criterio legal quizá fuera más justo concediendo el derecho a optar al perjudicado y no al heredero beneficiado.
No existe en el Código precepto alguno que indique el momento en el que se puede ejercitar el derecho de opción. Desde luego puede hacerse en el propio pleito de la rescisión (Sentencia de 23-6-52), al contestar a la demanda o en la propia audiencia previa del juicio ordinario. Incluso en este mismo acto el actor, ante la contestación dada por el demandado, podrá exigir que se requiriera a éste para que manifestare si opta por una u otra solución. Puede ejercitarse este derecho incluso con posterioridad a la sentencia (Sentencia de 25-10-13), lo que supone hacerlo en el trámite de ejecución (Sentencias de 25-2-80 y 25-3-85).
2º. El derecho de opción no es absoluto. Como declaró la sentencia de 19-5-45 41, no se podrá optar por la indemnización cuando con ésta no se tenga garantía de que de poderse reparar la lesión, salvo practicando una nueva partición. Por lo tanto, el derecho de opción desaparece cuando no exista la posibilidad de reparar el daño sin practicar una nueva partición 42.
3º. Si el heredero opta por la indemnización, ésta puede consistir en numerario o en la misma cosa en que resultó el perjuicio (artículo 1.077, párrafo 2°), y comprenderá no sólo el valor de la cosa, sino también el de los frutos e intereses conforme a los artículos 1106 y 1295.
Se ha dicho 43 que la expresión “en la misma cosa” es incorrecta, pues esto en la práctica no será siempre posible, por lo que el artículo debe interpretarse en el sentido de que la indemnización puede consistir en numerario o en cosas de la misma naturaleza, calidad o especie: muebles por muebles, fincas por fincas, valores por valores, etc.
Tampoco el Código establece regla alguna para el supuesto de que, siendo varios los herederos, unos opten por indemnizar y otros por una nueva partición. Lacruz 44 señala que será el Juez el que determine en tal caso.
4º. Si se procede a nueva partición, no alcanzará ésta a los que no hayan sido perjudicados ni percibido más de lo justo (párrafo 3° del artículo 1.077). Lo que supone que la nueva partición será solamente parcial, limitada al heredero o herederos perjudicados y beneficiados, así como a los bienes de sus respectivos lotes. Solución que no siempre será factible en la práctica, lo que como re-chazo provocará la práctica de una nueva partición.
1.2.4. Adición y Modificación de la Partición.
Afirma el artículo 1.079 del Código Civil que “la omisión de alguno o algunos objetos o valores de la herencia no da lugar a que se rescinda la partición por lesión, sino a que se complete o adicione con los objetos o valores omitidos”.
No se trata de anular o dejar sin efecto la partición, sino simplemente de complementar o rectificar respecto del bien o valor omitidos, lo que permite una mayor amplitud de criterio a la hora de optar por este medio en lugar de anular o rescindir la partición, en cuanto que con la rectificación se respeta el principio de conservación de la partición. La sentencia de 26 de febrero de 1979 así lo entiende, cuando señala que la adición o complemento de la partición procede no sólo cuando no se han incluido en la primeramente practicada determinados bienes de la herencia, sino también cuando la omisión alcance a valoraciones o cuando las efectuadas en el cuaderno particional redunden en perjuicio del principio de igualdad que debe presidir la formación de los lotes, pues es lógico que toda valoración mal realizada y que por ello ocasione ese perjuicio supone en sí una falta u omisión de un valor, aunque lo sea parcialmente, y que necesita ser corregida o rectificada, y esta necesidad de corregir la valoración mal hecha la reconoce la doctrina jurisprudencia al interpretar el artículo 1.079 del Condigo Civil, proclamando, como expresamente declara la sentencia de 17 de marzo de 1955, la necesidad o conveniencia de mantener las operaciones divisorias en cuanto sea posible, sin perjuicio de llevar a ellas las adiciones o rectificaciones que sean procedentes.
Pueden sentarse las siguientes conclusiones:
1º. Con la operación de complemento o adición no trata de modificar la anterior partición ya hecha, que ha de continuar incólume, sino de practicar la división del concreto bien o bienes omitidos. El artículo 1.097 es ajeno a la idea de reajuste o modificación de la partición ya realizada.
2º. El artículo 1.097 se aplica tanto si la omisión de bienes o valores es voluntaria como involuntaria (Sentencias 10-10-58 y 13-10-60), si bien no debe concurrir dolo o mala fe, pues entonces procedería la nulidad de la partición 45.
3º. Es importante tener el cuenta la naturaleza o importancia de la rectificación solicitada, porque si los bienes o valores omitidos afectan a puntos esenciales de la partición, como por ejemplo la determinación de su origen o procedencia (si pertenecen o no a la herencia), o tienen una notoria importancia o valor, causándose “agravios patrimoniales sustanciales y enormes”, entonces no es aplicable el artículo 1.097, ya que éste está pensado para cuando la omisión afecta a bienes de escasa importancia. Así las sentencias de 8-6-45, 11-12-2000 y 22-10-02, estas dos últimas ya comentadas.
4º. La rectificación procede aunque los bienes omitidos hubiesen sido enajenados con anterioridad y sustituidos por otros, como así lo declaró la sentencia de 13-10-60, que cita otra muy anterior.
5º. Cuando el artículo 1.079 del Código Civil habla de objetos o “valores”, a pesar de que sobre este último concepto existe discrepancia doctrinal 46, la jurisprudencia parece entender que dicho término se refiere igualmente a los posibles defectos de valoración de algún bien. Así, sentencias de 17-3-55 y 26-2-79 47.
A estos efectos de valoraciones se debe distinguir, sin embargo:
a) Si la partición fue hecha por el propio testador, dando a alguno de los bienes una valoración inferior a la real, no puede obligarse al heredero beneficiado a indemnizar al resto, a menos que “aparezca o racionalmente se presuma que fue otra la voluntad del testador”, como afirma el artículo 1.075 del Código Civil, ya que en tal caso los herederos vienen obligados a “pasar” por la partición, como también lo dice el artículo 1.056, párrafo 1°.
b) Si la partición fue judicial y terminó en sentencia dictada en el juicio declarativo que corresponda por razón de la cuantía (generalmente el ordinario), a que se refiere el artículo 787.5, párrafo 2°. de la LEC, al producir dicha sentencia efectos de cosa juzgada, ya no podrá volverse sobre la valoración de los bienes. Otra cosa ocurre con la sentencia dictada en el juicio verbal especial de división de la herencia, que, por no producirla, puede ser revocada por la posterior dictada en aquel otro juicio.
c) Si la partición fue convencional y recayó acuerdo unánime después de la controversia mantenida sobre el tema de la valoración, tampoco cabrá impugnarla en base a dicho acuerdo expreso. Pero de no existir controversia sobre el defecto de valoración y éste fuere ignorado por el heredero al tiempo de hacerse la partición, podrá impugnarla en virtud de alguna de las causas que la anulan, rescinden o adicionan.
6º. Existe la controversia en si la omisión de la obligación de colacionar apreciada en una partición provoca su nulidad o simplemente puede complementarse o adicionarse con fundamento en este artículo 1.079. Existen sentencias en ambos sentidos, como lo expone la de fecha 11-12-02 48. Según esta sentencia, la solución vendrá condicionada a que el bien o bienes a colacionar sean de mucha o de poca importancia. En el primer caso la omisión de la colación daría lugar a la nulidad; en el segundo bastará con el mero complemento o adición de la partición ya hecha.
7º. Aunque en la demanda se pida la nulidad de la partición porque es preciso establecer en ella correcciones determinadas, incluso reducciones de legado u otras cuestiones, no es incongruente la sentencia que, concediendo dichas peticiones, sustituya la nulidad por el mero complemento o adición de la partición 49.
Por último, respecto de la prescripción de la acción para pedir el complemento o adición, se deben distinguir dos supuestos. Si se trata de omisión de bienes, la acción será imprescriptible por lo dispuesto en el artículo 1.965 del Código Civil, sin perjuicio de la posibilidad de usucapirlos por parte de quien los posea. Si se trata de omisión de valores por infravaloración de alguno de los adjudicados, será aplicable el plazo general de quince años del artículo 1.964, pues se trata de una acción personal indemnizatoria que no tiene señalado plazo especial.
1.2.5. Omisión o Preterición de Algún Heredero.
El artículo 1.080 del Código Civil dice que “La partición hecha con preterición de alguno de los herederos no se rescindirá, a no ser que se pruebe que hubo mala fe o dolo por parte de los otros interesados; pero éstos tendrán la obligación de pagar al preterido la parte que proporcionalmente le corresponda”. Es una demostración, otra más, del principio de conservación de la partición.
El precepto habla de “preterición”, pero debe aclararse, como se desprende del propio precepto, que dicha preterición u olvido es la que tiene lugar por parte de los coherederos, no por parte del testador. No se alude, por tanto, a la institución de la preterición testamentaria, comprendida en el artículo 814 del Código.
También dice que se “rescindirá” la partición (caso de existir dolo o mala fe en la omisión). El término es jurídicamente discutible, pues si la partición tuvo naturaleza contractual por haber sido hecha por los coherederos con ausencia del omitido, ello provocará su nulidad, ya porque falta el consentimiento del omitido y ello supone la ausencia de un elemento necesario para que la partición pueda producir sus efectos, según el artículo 1261.1.° del Código Civil; ya porque falta uno de los presupuestos necesarios para dotarla de validez, al no existir la unanimidad que requiere el artículo 1.059 del mismo Código para practicarla.
En todo caso, lo que regula el precepto es un supuesto de complemento o adición, siguiendo la línea del artículo inmediato anterior. De existir mala fe o dolo en la preterición, el supuesto quedaría dentro del ámbito del artículo 1.074 relativo a la rescisión; incluso dentro del artículo 1.073, si se entendiere que más que una acción de rescisión se trata de otra de nulidad 50 y 51.
Por último, la sentencia de 20-4-51 afirma un principio que, no por esencial y conocido, debe reiterarse ahora: Que la mala fe o el dolo deberá demostrarse mediante prueba, ya que la buena fe se presume.
II.- IMPUGNACIÓN DE LA LIQUIDACIÓN DEL RÉGIMEN ECONÓMICO MATRIMONIAL.
2.1. Introducción.
Todo lo que se expuso con relación a la impugnación de la división de la herencia debe entenderse, en principio, aplicable a la impugnación de las operaciones de liquidación del patrimonio común matrimonial, ya que el artículo 1.410 del Código Civil establece que “en todo lo no previsto en este capítulo sobre formación de inventario, reglas sobre tasación y ventas de bienes, división del caudal, adjudicaciones a los partícipes y demás que no se halle expresamente determinado, se observará lo establecido para la partición y liquidación de la herencia”.
Carece el Código, por tanto, de una doctrina general en la que se concreten los motivos por los que pueden impugnarse las operaciones de liquidación del régimen económico matrimonial y por ello, con fundamento en dicho artículo 1.410, se habrá de acudir a los artículos 1.073 a 1.081, que regulan la rescisión de la partición de la herencia.
Afirma Serrano Alonso 52 que de la lectura de estos preceptos se desprende con claridad que parte de ellos resultan inaplicables a la liquidación, por partir de un presupuesto que no cabe en la sociedad de gananciales, como por ejemplo el artículo 1075, ya que no es posible una liquidación hecha por uno solo de los cónyuges; o el artículo 1080, ya que no es pensable la preterición de uno de los cónyuges.
Un repaso a la jurisprudencia pone de relieve dos extremos importantes. El primero, que la mayoría de los casos se refieren a litigios sobre la calificación de los bienes (gananciales o privativos) y a su inclusión o exclusión del activo o el pasivo de la sociedad. El segundo, que abundan mucho más los casos de simple complemento o adición de la liquidación, incluso la rescisión con facultades de optar, que los de ineficacia o nulidad de la misma.
Serrano Alonso 53 sistematiza las posibles causas de impugnación de la liquidación en tres grandes grupos: Ineficacia por las mismas causas de ineficacia de los contratos, ineficacia por fraude de acreedores y, por último, la rescisión por lesión a un cónyuge o a sus herederos.
2.2. Ineficacia de la Liquidación por las Mismas Causas de Ineficacia de los Contratos.
a) Nulidad Absoluta de la Liquidación. Puede plantearse porque se infringió algún presupuesto esencial para liquidar o porque falte cualquiera de los elementos esenciales del negocio jurídico a que alude el artículo 1.261 del Código Civil.
b) Infracción de algún presupuesto legal esencial del negocio jurídico de liquidación.
Es el caso análogo al de la partición de la herencia sin liquidar previamente la sociedad de gananciales del causante, ya sea ésta única o varias por existir varios matrimonios sucesivos. Se refiera a tal caso la sentencia de 17-10-02 54, declarando la nulidad de la liquidación.
Por el contrario, no supondría infracción de requisito alguno el que la liquidación se entienda únicamente con los cónyuges, dejando al margen a otros posibles interesados o afectados por la misma, ya que la acción que se ejercita es exclusivamente la tendente a liquidar la sociedad de gananciales (aunque de la misma puedan derivarse otras, como la de la división de la cosa común). Sin perjuicio de que tales terceros con derecho sobre los bienes de la sociedad a liquidar puedan dirigirse contra los antiguos cónyuges en proceso independiente. Así lo confirman las Sentencias de 18-10-96, 29-9 y 30-10-97.
c) Falta de un Elemento Esencial. 1°. Consentimiento. Aunque no se trate de ausencia de consentimiento, sino de consentimiento prestado pero en sentido contrario al que figuraba en el cuaderno de liquidación, se debe citar la sentencia de 10-11-97, en donde la esposa pedía la nulidad de la liquidación haciendo valer el consentimiento prestado por los ex cónyuges en el convenio regulador, aprobado judicialmente en la sentencia de separación y en donde se atribuía el uso y disfrute de la vivienda a la citada, frente al criterio del contador-partidor, que se lo atribuía por mitad a ambos integrantes del disuelto ma-trimonio 55.
Relacionado con el convenio regulador también es de citar la sentencia de 6-3-03. Se trataba de la impugnación de las operaciones de liquidación al considerar que se producía lesión en más de la cuarta parte. El Tribunal Supremo entiende que al hacerse en el convenio la liquidación de la sociedad de gananciales y establecerse de manera explícita que lo en él pactado no suponía desequilibrio alguno para ninguna de las partes, ello equivalía a una renuncia inequívoca, puesta en relación con el resto de sus cláusulas.
Igualmente relacionado con el convenio regulador la Sentencia de 3-5-99 casó la dictada por la Audiencia que, confirmando la de primera instancia, disponía la venta en pública subasta de la vivienda familiar adjudicada a la esposa en el convenio. Afirma dicha sentencia que al no modificarse dicho convenio, la venta no era ajustada a derecho. No aparece muy claro por qué la concesión del uso y disfrute de la vivienda a un cónyuge en el convenio regulador impide su venta a un tercero.
Finalmente, el que la liquidación se haya practicado en un convenio regulador, aprobado judicialmente, no impide que el cónyuge perjudicado puede instar la rescisión por lesión, como proclama la Sentencia de 26-1-93.
2°. Ausencia o Licitud del Objeto. Se debe citar la sentencia de 30-3-93, en la que se consideró como un supuesto de “objeto no cierto”, a pesar de lo cual el cuaderno del contador lo tenía en cuenta para liquidar. Se trataba de la omisión en el pasivo de la sociedad de gananciales de determinados bienes de carácter privativo, cuya devolución en su momento al cónyuge titular pudo determinar la inexistencia de bienes gananciales para repartir. El cónyuge pedía el complemento o adición y no la nulidad total. La sentencia la rechaza por considerar que con la mera adición no sería suficiente para subsanar, por un lado, la omisión de preceptos esenciales en la partición, cual el artículo 1.422, relativo a que la liquidación deberá tener en cuenta los bienes existentes al momento de liquidarse el régimen económico de que se trate (artículo 1.397.1° para el régimen de gananciales); por otro, los artículos. 1.261.2° y 1.273, “al haber recaído la partición sobre un objeto que no es cierto”.
3°. Ilicitud o Inexistencia de la Causa. Aunque la sentencia de 20-7-93 hable de error tanto en el objeto como en el propio consentimiento, anulando la liquidación, bien podría citarse el caso como un supuesto de inexistencia de causa, ya que se trataba de incluir un bien inmueble como ganancial, siendo así que se había escriturado como compraventa de uno de los cónyuges, a pesar de encubrir una donación por no existir precio y sí ánimo de donar. Se reconoce en dicha sentencia la validez de la donación y por lo tanto la inclusión del bien objeto de la misma en el activo de la sociedad de gananciales
d) Anulabilidad. Se trata de los llamados vicios del consentimiento, entre los que ocupa un lugar destacado por su reiterada invocación en la práctica el error, ya sobre la propia naturaleza o clasificación del bien (privativo de un cónyuge o común de la sociedad) ya sobre la valoración otorgada a los bienes. En uno u otro caso deberá ser esencial o sustancial, es decir, cuando según el artículo 1.266 del Código Civil recae sobre la sustancia de la cosa objeto del contrato o sobre sus condiciones que hubiesen sido motivo a su celebración, ya que en otro caso provocará la nulidad radical de la partición o liquidación.
La ya citada sentencia de 30-3-93 permite afirmar que cuando en la liquidación se omiten bienes importantes o cuando se hayan incluido con carácter o cualidad distinta a la que realmente tenían, ello supone una errónea calificación dentro de las partidas que integran el inventario, determinando un resultado viciado que lleva a declarar la nulidad de la partición y no su mero complemento o adición. Dicha sentencia sigue una línea jurisprudencial consolidada respecto a distinguir entre que la omisión no tenga carácter accidental y por ello subsanable efectuando una liquidación complementaria, y otra esencial que incide en el conjunto de la liquidación.
En los casos en que se invoque un error en la valoración, deberá distinguirse según se supere en la cuarta parte, dando lugar a su rescisión por lesión, o cuando no llegue a tal límite, en cuyo caso volveremos a la distinción entre vicio esencial, que provoca la anulabilidad de la liquidación, o simplemente accesorio, que permitirá el mero complemento o adición a la misma. La realidad enseña que en la práctica totalidad de los casos se opta por esta última posibilidad, favorecida, además, por la facilidad en trasladarla a la liquidación, a diferencia de la división de la herencia cuando existen varios coherederos, ya que la igualdad entre los lotes no siempre admite con facilidad las correcciones valorativas, al poder quedar descompensados, mucho más si los herederos perjudicados no aceptan los suplementos en metálico. Es cierto que la jurisprudencia 56, a la hora de interpretar el artículo 1.061 del Código Civil, señala que su contenido es más una recomendación que un mandato imperativo, pero ello no permite, sin más, concluir la absoluta inoperancia del precepto, ya que en los casos en que pueda observarse con facilidad el principio de la igualdad de los lotes, la observancia del artículo se impone a quienes intervienen en la partición, lo que permite impugnar la partición o liquidación.
También se producirá la anulabilidad de la liquidación cuando exista una falta de la capacidad de obrar en alguno de los que deban intervenir en ella. Es el caso de menores, incapaces o pródigos, quienes deberán estar representados por quienes ejerzan la patria potestad, tutela o curatela. En estos casos la liquidación deberá realizarse conforme así lo dispone el artículo 1.057, último párrafo, del Código Civil. Nos remitimos a lo antes dicho sobre si se trata de un supuesto de nulidad o anulabilidad 57.
2.3. Ineficacia de la Liquidación por Fraude de Acreedores.
No cabe duda de que según se califiquen los bienes como privativos de uno de los cónyuges o gananciales pueden peligrar los derechos de los acreedores, ya del propio consorcio ya de cualquiera de ambos cónyuges, por lo que pueden estar interesados en intervenir en el proceso de liquidación. Por otro lado, la jurisprudencia declara con reiteración que los preceptos relativos a la rescisión por lesión son de perfecta aplicación a la liquidación de la sociedad de gananciales (Sentencias, entre otras, de 18-10-96 y 14-11-02).
El Código Civil señala en su artículo 1.402 que “los acreedores de la sociedad de gananciales tendrán en su liquidación los mismos derechos que le reconocen las leyes en la partición y liquidación de la herencia”, por lo que supone una remisión a los artículos 1.082 y ss. del mismo y a los artículo 782 y ss. de la actual LEC. Esta última no les reconoce legitimación para poder instar la partición, pero sí se la admite para estar presentes e intervenir en las operaciones particionales, pudiendo impedir la adjudicación de los bienes a los partícipes hasta tanto no se les abonen sus créditos o afiance su importe (artículo 792.2 LEC).
El que en materia de rescisión por fraude sea de aplicar la general doctrina y jurisprudencia que emana de los artículos 1.291.3°. y siguientes del Código Civil, no quiere decir que no exista un cuerpo de sentencias que hacen declaraciones específicas para la liquidación del patrimonio ganancial y que por ello deben ser tenidas en cuenta.
Así, no siempre que se produzca un supuesto de fraude, que por otro lado deberá quedar plenamente demostrado, se generará “automáticamente” la rescisión, pues como afirman las sentencias de 17-11-87, 19-2-92 y 18-11-98, para que el fraude rescinda la liquidación será preciso, además, que la norma supuestamente infringida lleve consigo la sanción de nulidad del acto fraudulento, y en materia de liquidación de la sociedad de gananciales tal efecto anulatorio puede que no se produzca, al establecer los artículos 1.401, 1.402 y 1.407, en relación con el 1.084, del Código Civil el principio de responsabilidad solidaria y “ultra vires” de los herederos (aquí, los cónyuges) frente a los acreedores, por lo que además de la responsabilidad patrimonial del cónyuge deudor, existirá también la de la masa ganancial, que no desaparece por el hecho de que sus bienes hayan sido adjudicados, e incluso la del otro cónyuge no deudor respecto de los bienes que le fueren adjudicados en la liquidación, por lo que aún después de la liquidación permanece viva la acción del acreedor, como igualmente lo prevé el artículo 144, párrafo 2°, del Reglamento Hipotecario. De donde se deduce que, aún existiendo fraude, si los acreedores pueden dirigir sus acciones en pago de sus derechos de crédito frente a cualquiera de los cónyuges y el cobro es perfectamente factible, la rescisión no se producirá porque su carácter accesorio o subsidiario únicamente opera cuando el perjudicado no tenga otro remedio para cobrar 58.
Ahora bien, esta doctrina es compatible con el ejercicio de la acción rescisoria por fraude de acreedores, pues como afirma la Sentencia de 19-2-92: “es la inoponibilidad del cambio (se refiere a que la modificación de las capitulaciones anteriores llevada a cabo por los cónyuges, sustituyendo el régimen ganancial por el de separación y liquidando aquélla, no puede oponerse a los terceros de buena fe, conforme al artículo 1.335 del CC) que exige una declaración judicial que la haga valer, pues si bien, en pura teoría (Sentencias 20-3-89 y 10-9-87), la responsabilidad de los bienes consorciales persiste ‘ex lege’, es evidente que a través del expediente liquidatorio y ulterior adjudicación del activo consorcial a uno de los cónyuges, los bienes comunes pasan a ser sustantiva y registralmente privativos, con la incuestionable alteración del régimen de responsabilidad de los mismos, lo que exige la destrucción de esa nueva configuración dominical [...] mediante la oportuna declaración jurisdiccional”. Es lo mismo que tiene lugar con el ejercicio de la acción de nulidad absoluta, pues como afirma Castán 59, como el acto nulo no produce efecto alguno, no es menester, en principio, que sea objeto de impugnación ni que se declare judicialmente su nulidad; más como dicho acto ha provocado una apariencia de realidad o validez, es necesario o conveniente destruir esa apariencia si constituye obstáculo para el ejercicio de un derecho, según así ya lo proclamó la Sentencia de 3-1-47.
2.4. Ineficacia de la Liquidación por Lesión.
No cabe duda que la rescisión por lesión en más de la cuarta parte, señalada en el art. 1.074 del Código Civil, es plenamente aplicable a la liquidación del régimen económico matrimonial, no sólo por la expresa remisión que el artículo 1.410 hace a las normas de la partición y liquidación de la herencia, sino, además, porque el mismo artículo 1.291.5º admite la rescisión por lesión en “cualesquiera otros en que especialmente lo determine la ley”, como es el caso del citado artículo 1.074. La sentencia de 11-6-83 así lo declara sin género de duda.
Por otro lado, ya se dejó dicho que la rescisión por lesión procede aunque la liquidación se hiciere en el convenio regulador de la separación o divorcio y fuere aprobado judicialmente, como declara la sentencia de 26-1-93, ya que la aprobación judicial no despoja al convenio regulador de su carácter de negocio jurídico, limitándose a homologarlo, pero sin examinar su posible corrección contable y valorativa de las operaciones liquidatorias, ni mucho menos la ausencia de vicios de la voluntad en el consentimiento prestado.
Así mismo, la rescisión por lesión provoca que el partícipe beneficiado pueda hacer uso del derecho de opción que le confiere el artículo 1.077 del Código Civil, tal y como lo constata la Sentencia de 7-11-90. Pero hay que tener en cuenta, como ya se dejó expuesto, que este derecho no era incondicionado, ya que dependía de si con él podía superarse el perjuicio sufrido con la lesión 60.
Por otro lado, teniendo en cuenta el carácter subsidiario y excepcional de la acción rescisoria, la sentencia de 20-11-93 declaró que no procedía la rescisión por lesión en más de la cuarta parte “cuando haya dejado de incluirse en ella (voluntaria o involuntariamente) algunos bienes o valores (parece que se está aludiendo al criterio diferencial entre bienes o valores de importancia o de escaso valor), lo procedente no es la rescisión de la liquidación, sino el complemento o adición de la misma con los bienes o valores omitidos.
Otro supuesto de rescisión, al superar la lesión en más de la cuarta parte, viene declarado por la Sentencia de 14-11-02, en la que, después de hacer un amplio resumen sobre la jurisprudencia respecto del precio que debe tenerse en cuenta al liquidar la vivienda familiar de protección oficial, ordena corregir en tal exclusivo particular la liquidación de la sociedad de gananciales.
a) Adición y Modificación de la Liquidación. Para evitar reiteraciones y como quiera que este apartado participa de forma sustancial del capítulo relativo a la impugnación de la partición de la herencia, contenido en las págs. 48 y ss. del presente trabajo, al mismo nos remitimos, dando por reproducido lo en él ya expuesto.
* Magistrado Presidente de la Sección 6ª. de la Audiencia Provincial de Oviedo, España.
1 Las Sentencias de 19-6-78, 26-2-79, 8-7-95 y 18-12-2000 permiten, con amplio criterio de admisibilidad, hacer en los cuadernos las correcciones oportunas cuando exista omisión de objetos o valores de la herencia que, aún no dando lugar a la rescisión por lesión al no superar el límite de la cuarta parte, obligue a completar o adicionar dichos cuadernos con los objetos y valores omitidos, dando lugar a la mera rectificación incluso en los casos de infravaloración si esta es importante, pues en otro caso se entraría en colisión con el principio de conservación de la partición.
2 Dice la indicada sentencia que las particiones realizadas por el contador-partidor equivalen a las practicadas por los propios testadores, por lo que, como afirma la Sentencia de 18-2-87, deben respetarse (Sentencia de 25-4-63), no precisando el consentimiento ni por tanto la intervención de los interesados al no tener carácter contractual (Sentencias de 17-5-10, 17-4-43 y 17-6-63), a diferencia de la hecha por los coherederos, por lo que, añade la Sentencia de 25-2-66, se impone la aplicación de los preceptos sustantivos que determinan la existencia, validez y eficacia de los negocios jurídicos, y por consiguiente de los referentes a su inexistencia, nulidad y rescisión (Sentencia de 9-3-51), de lo cual se sigue que las particiones de la clase expresada, en las que hayan concurrido los esenciales requisitos que exige el artículo 1.261 del Código Civil para la existencia de los contratos, podrán ser anuladas conforme al artículo 1.265 si el consentimiento prestado lo ha sido por error, violencia, intimidación o dolo, y rescindidas no solamente por las causas legalmente previstas para las obligaciones en general –artículos 1.073 y 1.291 del Código Civil–, sino también por la especial de lesión en más de la cuarta parte comprendida en el artículo 1.074 de nuestro cuerpo legal, pues carente nuestro Código Civil de todo precepto de carácter general relativo a la nulidad de las particiones, son aplicables a esta materia las normas generales del derecho sobre la invalidez de los negocios jurídicos, y, por ende, lo relativo a la ausencia e ilicitud de la causa (Sentencias de 2-11-34 y 2-11-57).
3
Además de las sentencias citadas al mencionar el principio de conservación de la partición, se pueden también indicar las sentencias de 15-6-82, 25-2-69, 30-4-58, 17-3 y 5-11-55, etc.
4 También pueden citarse las sentencias de 2-11-57, 13-10-60, 2-11-74, 31-5-80 y 13-3-03.
5
En esta materia se tiene muy en cuenta el trabajo del Magistrado SANCHO GARGALLO, Cuadernos de Derecho Judicial, Núm. III, Marzo, 1995, págs. 101 y ss., al que seguimos por su notorio esfuerzo sistemático, nada fácil en una materia de enorme casuística como la presente. Recientemente el mismo autor publicó una actualización de su trabajo en la misma notable línea del anterior.
6 Las sentencias de 11-12-02, 15-2-88 o 4-11-74, que cita otras anteriores, admitieron tal solución, aunque el supuesto de hecho no era idéntico.
7 Vid. CASTÁN, Derecho Civil Español, Común y Foral, Tomo VI, Vol. I, pág. 323.
8 Sin embargo, es constante la jurisprudencia que sostiene que la liquidación de la sociedad de gananciales deberá hacerse exclusivamente por el contador-partidor en unión del cónyuge viudo, sin necesidad de intervención de los demás herederos. Cfr. Sentencias de 29-2-06, 31-1-12, 22-8-14, 10-1-34, 17-4-43 y 25-2-2000.
9 Así, BRUTAU, Puig, Fundamentos de Derecho Civil, Tomo V, Vol. III, 1977, pág. 607. En igual sentido SÁNCHEZ, Román, Estudios de Derecho Civil, Tomo VI, Segunda Edición, págs. 2106 y ss.
10 Vid. PRIETO COBOS, Ejercicio de las Acciones Civiles, Tomo IV, 1986, pág. 871. Entiende que este supuesto es más un caso de ilicitud de la causa que de ausencia de objeto.
11 Dice dicha sentencia: “si bien es cierto que algunas sentencias de esta Sala muestran un criterio flexible al permitir que por la vía del artículo 1079 Código Civil, pueda verificarse la obligación de colacionar incluso en un momento posterior a la partición (así Sentencia de 19-6-78), no lo es menos [...] que según la jurisprudencia de esta Sala, coincidente con un autorizado sector de la doctrina científica, la adición contemplada en el art. 1079 CC está cuando los bienes omitidos sean de poca importancia en el conjunto de la herencia (Sentencia de 15-2-88), [...] pero cuando la omisión se dé respecto de bienes importantes, en cuyo caso lo procedente es la acción de anulabilidad (Sentencias de 7-1-75 y 31-5-80) [...]; y finalmente, que precisamente por eso, y como atinadamente se razona en la sentencia de primera instancia, el artículo 1079 CC no puede servir de amparo para, años después de la partición y vencido con mucho el plazo de ejercicio de las acciones de rescisión por lesión y anulabilidad de la misma, suplir su falta de ejercicio en tiempo y forma mediante una petición de complemento o adición, es decir, precisamente cuando por el fallecimiento de ambos progenitores años atrás nada podían éstos aportar sobre el posible carácter oneroso de la transmisión del negocio al demandado, quien por su parte veía notablemente acrecentadas por el transcurso del tiempo sus dificultades para lograr una prueba plena del carácter oneroso de su adquisición”.
12 Esta última sentencia aparece recogida literalmente, para lo que aquí interesa, por SÁNCHO GARGALLO op. cit., pág. 137. Dicha sentencia tiene un concepto realmente amplio de lo que debe entenderse por causa ilícita.
13 La Jurisprudencia admite que la partición pueda hacerse en documento aparte, siempre que en el testamento se haga expresa referencia a ella, es decir, que es válida la partición aunque en el momento de hacerla el causante por acto entre vivos todavía no haya otorgado testamento, pero lo otorgue con posterioridad, haciendo clara referencia a la partición (Sentencias de 6-3-17 y la ya citada de 6-3-45).
14 Quizá lo más correcto, incluso jurídicamente, sería tratar el supuesto como un vicio de anulabilidad, a efectos de permitir su subsanación o convalidación mediante la entrada en la partición del representante o defensor judicial, para que éste supervisara lo hecho y, caso de encontrarlo correcto, permitir la validez de las operaciones particionales. De esta forma se cumpliría igualmente con el principio de conservación de la partición.
15 La Sentencia de 8-3-99, que además cita las de 26-12-73 y 17-12-88.
16 Así, la Sentencia de 25-6-65, entre otras muchas. Lo que no impide que la misma Jurisprudencia marque las diferencias profundas que separan el concepto propio de heredero y el de sucesor usufructuario, aunque lo sea a título universal; es el caso de las Sentencias de 24-1-63 y 20-10-87. Por otro lado, su condición de legitimario igualmente le es reconocida por el artículo 837 del Código Civil.
17 CASTAN, op. cit., pág. 763.
18 En la nueva LEC el juicio verbal de división de la herencia es un procedimiento declarativo, aunque especial, si bien no produce efectos de cosa juzgada, como lo afirma el precepto. Por lo tanto, no se trata de un procedimiento de jurisdicción voluntaria, como en el régimen legal anterior. Si ello es así, me planteo el tema de si la posibilidad de acudir al procedimiento declarativo y ordinario posterior está “abierta” a cualquier legitimado o sólo podrán impugnar la sentencia recaída en el juicio verbal los que hubieren impugnado las operaciones divisorias del contador en dicho juicio y su pretensión fuera rechazada, y los que, aún no impugnándolas, sin embargo resultaren perjudicados como consecuencia de la estimación por parte de la sentencia del juicio verbal de aquella impugnación formulada de contrario. La jurisprudencia era muy restrictiva (aunque no siempre uniforme) a la hora de permitir que se reprodujeran en el declarativo posterior las cuestiones alegadas o que pudieran serlo en el anterior juicio sumario. Así, por ejemplo las Sentencias de 9-12-39, 26-3-93 y 4-11-97, dictadas en sede del al artículo 1479 (juicio sumario ejecutivo) de la LEC derogada. No debe olvidarse, sobre esta misma cuestión, aunque referida a las acciones rescisorias, que la Sentencia de 18-12-2000, citando otra de 8-6-92, afirmaba que "en puridad de doctrina, las acciones rescisorias deberían estar vedadas a los que habiendo sido parte en el juicio universal de testamentaría, no hicieron uso de la facultad impugnatoria que les proporcionaba el artículo 1.079 de la LEC (de la anterior, se entiende) en relación con los artículos 1.081, 1.083 a 1.088 y 1.092 de dicha Ley, que da amplio margen a la manifestación de una voluntad de oposición". Si el Tribunal Superior no aplicó al caso esta doctrina fue por entender que no se ejercitaba una acción rescisoria, sino la oposición a la calificación de uno de los bienes del inventario respecto de si era bien de la herencia o estaba fuera del patrimonio del causante.
19 Vid. p. 27 y nota 9 a pie de página del presente trabajo.
20 Vid. BRUTAU, Puig , op. cit., pág. 608.
21 Aunque sea un ejercicio un tanto “voluntarista” para, en la práctica, resolver cada caso, la jerarquía sería: 1º. El complemento o adición de la partición impugnada, con la interpretación amplia que la jurisprudencia hace al respecto; 2º. Su rescisión para dar lugar a la opción del artículo 1079 del Código Civil; 3°. La nulidad de la partición, cuando no fuere viable corregir el perjuicio acudiendo a los medios legales anteriores y, de ser posible, respetando la parte de la partición no afectada por el vicio. Todo ello bajo el principio inexcusable de la conservación de la partición. El problema será, evidentemente y como siempre, las circunstancias del caso concreto a resolver.
22 Es de citar la Sentencia de 24-1-03, que dice: “De acuerdo con la doctrina de esta Sala, para que el error invalide el consentimiento se ha de tratar de un error excusable, es decir, aquel que no se puede atribuir a negligencia de la parte que lo alega, ya que el error inexcusable no es susceptible de dar lugar a la nulidad solicitada por no afectar al consentimiento, así lo entienden las sentencias de 14 y 18-2-94, 6-11-96 y 30-9-99, señalándose en la penúltima de las citadas que la doctrina y la jurisprudencia vienen reiteradamente exigiendo que el error alegado no sea inexcusable, habiéndose pronunciado por su no admisión, si éste recae sobre las condiciones jurídicas de la cosa y en el contrato intervino un letrado, o se hubiera podido evitar el error con una normal diligencia”.
23 Así lo afirma la Sentencia de 14-7-95. En igual sentido la de 19-6-97, con cita de precedentes. Esta última sentencia afirma: “Esta facultad divisoria es tan amplia que permite a los coherederos realizar actos particionales más allá de los propios divisorios y de lo dispuesto por el causante, con lo que se trata más bien de actos de disposición que de división”; y añade: “La naturaleza de este hecho –dar ejecución a la distribución del caudal hereditario– es de relación contractual, al surgir del acuerdo unánime de las voluntades de los interesados, que se perfecciona con la concurrencia de los requisitos del art. 1261 del Código Civil, al acomodarse a sus intereses [...], sin que sea necesario que afecte a todos los bienes, pues puede proyectarse sobre parte de los mismos, subsistiendo una comunidad hereditaria sobre los restantes o llevarse a cabo la definitiva en su momento, que tendrá en cuenta la parcial precedente”.
24 Sentencia citada de 8-3-99, en la que se hace un estudio de la jurisprudencia anterior, favorable a la nulidad radical, y la más moderna, partidaria de la solución contraria. Vid. pág. 29 y nota 15 a pie de página del presente trabajo.
25 Véase la jurisprudencia citada en el apartado 1.2.3. Rescisión, inciso e) de este trabajo.
27 Véase al respecto, BRUTAU, Puig, op. cit., pág. 610, que cita a LACRUZ y SANCHO REBULLIDA.
28 LACRUZ y SANCHO REBULLIDA, Derecho de Sucesiones, Parte General, Barcelona, 1961, pág. 546.
29 Cfr. op. cit., pág. 325.
30 En tal sentido, las Sentencias de 9-6-52 y 5-11-55.
31 Así, las Sentencias de 20-12-52, 16-11-55 y 7-2-69.
32 BRUTAU, Puig, op. cit., pág. 615.
34 Vid. CASTÁN, op. cit., pág. 325, que cita igualmente a SÁNCHEZ ROMÁN, MANRESA, VALVERDE. En sentido opuesto COVIAN.
35 Señala la Senetencia de 17-4-43, y con ella las de 6-3-45, 9-3-51 y 25-2-69, que “conviene sentar como primer jalón en esta sentencia que las acciones de nulidad y rescisión, aunque presididas por la nota común de ser medios que tienden a la ineficacia del negocio jurídico, son inconfundibles especialmente por ofrecer un contenido de sustantividad propia con caracteres bien manifiestos, entre los que, sin pretensión agotadora, cabe señalar: a) Su distinto origen, en cuanto la nulidad, absoluta o relativa, parte de la carencia o vicio sustancial, respectivamente, de los requisitos esenciales del acto o contrato, y la rescisión presupone que la relación jurídica ha sido válidamente constituida, si bien concurren en ella determinadas circunstancias –en general, un agravio jurídico-económico– que obstan a su eficacia, según revelan los artículos 1.290 y 1.300, en relación, por lo que a particiones se refiere, con el 1.073 y con el 1.081 del Código Civil; b) Su distinta naturaleza, puesto que la nulidad es acción principal y la rescisión subsidiaria, sólo utilizable a falta de todo otro recurso legal para obtener la reparación del perjuicio (artículo 1.294 y concordantes del mismo texto legal); c) Los distintos efectos que producen, ya que la nulidad invalida para siempre el acto o contrato, mientras que la rescisión es a veces compatible con la subsistencia total o parcial del nexo creado, y sus consecuencias, o no afectan a todos los interesados, o se traducen en una indemnización que compensa la lesión inferida, según proclama el art. 1.077, entre otros, del Código Civil”.
36 Sentencias de 14-1-79 y 6-6-90.
37 Citada Sentencia de 6-6-90.
38 En igual sentido, las Sentencias de 28-11-32, 17-1-56 y 14-12-57.
39 Aparece recogida en Comentario del Código Civil, AA.VV., Secretaría Gral. Técnica del Ministerio de Justicia, Centro de Publicaciones, Madrid, 1991, págs. 2523 y 2524.
40 Sentencias de 27-6-44, 19-5-64, 6-5-65, 29-9-66.
41 En igual sentido, las Sentencias de 9-3-51, 5-11-55 y 8-5-63.
42 Sentencia de 25-1-71, entre otras.
43 Vid. MANRESA, Comentarios al Código Civil, Tomo VII, pág. 865.
44 Elementos, V, pág. 166.
45 Esta afirmación no siempre vendrá corroborada en todo caso. Pensemos en el caso de haberse omitido dolosamente un bien por parte de un heredero, pero que el vicio permita ser subsanado simplemente con el complemento o adición de la partición. Lo más probable es que por virtud del principio de conservación de la partición sólo se declararía dicha adición o complemento, pero no la anulabilidad de la partición. La jurisprudencia es reiterativa cuando sostiene que sólo debe darse lugar a la nulidad o invalidez de la partición “cuando no haya más remedio para evitar la vuelta de los bienes a la indivisión y los gastos, molestias e inconvenientes que acarrearía una nueva partición” (Sentencia de 15-6-82, con amplia cita de precedentes).
46 SÁNCHEZ ROMÁN, Manresa, y DÍEZ PICAZO sostienen que el término “valor” se refiere a valoraciones; en sentido contrario, SANCHO REBULLIDA. Una suficiente exposición de tales posturas, puede verse en SANCHO GARGALLO, op. cit., págs. 156 a 158.
47 Concretamente, esta última sentencia dice que “no sólo procede la partición adicional o complementaria cuando no se han incluido en la primeramente practicada determinados bienes de la herencia sino también cuando la omisión alcance a valoraciones, o cuando las efectuadas en el cuaderno particional redunden en perjuicio del principio de igualdad que debe presidir la formación de los lotes, pues es lógico que toda valoración mal realizada y que por ello ocasione ese perjuicio supone en sí una falta u omisión de un valor, aunque lo sea parcialmente, y que necesita ser corregida o rectificada, y esta necesidad de corregir la valoración mal hecha la reconoce la doctrina jurisprudencial al interpretar el mencionado artículo 1079, proclamando, como expresamente declara la sentencia de esta Sala de 17-3-55, la necesidad o conveniencia de mantener las operaciones divisorias en cuanto sea posible, sin perjuicio de llevar a ellas las adiciones o rectificaciones que sean procedentes”.
48 Su contenido ya fue recogido en la anterior nota 11 a pie de página del presente trabajo.
49 Así lo entendió la Sentencia de 22-4-78, que cita otras en igual sentido. Criterio rechazable, según la misma jurisprudencia, cuando las omisiones o valoraciones se refieren a bienes de gran valor o importancia. En otros apartados anteriores ya se hizo referencia a esto último.
50 Recoge dicha disparidad Sancho GARGALLO, op. cit., pág. 162.
51 La Sentencia de 5-12-59, sin embargo, no dio lugar a la nulidad por dicha falta de consentimiento, al entender que la unanimidad requerida por el art. 1.059 tenía como excepción la del artículo 1080.
52 Vid. Ineficacia de la Liquidación de la Sociedad de Gananciales, Editorial La Ley-Actualidad, 1997, págs. 79-90.
53 Vid. op. cit., pág. 80.
54 En dicha S se citan igualmente otras, así como resoluciones de la DGRN, exponiendo la doctrina general sobre la exigencia del requisito de la previa liquidación.
55 Afirma dicha sentencia que “no es posible establecer la concatenación lógica que pretende la parte recurrente, entre el convenio regulador del proceso de separación matrimonial y el cuaderno particional aprobado en el juicio de disolución de la sociedad de gananciales [...] porque una cosa son las medidas de tipo patrimonial derivadas de un proceso de separación matrimonial que establece [...] el uso exclusivo de la vivienda familiar a uno de los cónyuges, medida susceptible de modificación judicial si se comprueban causas suficientes, y que además al favorecido por el uso no se le permite disponer de la misma unilateralmente, ni para enajenarla ni para la constitución de derechos reales; y otra cosa proceder a la liquidación de la sociedad de gananciales, uno de cuyos bienes constitutivos es la vivienda en cuestión, que forma parte de una comunidad de tipo germánico en la que cada uno de los bienes no está atribuido individualmente por cuotas a uno u otro cónyuge, sin que a estos bienes en ese sentido les afecte para ello quién tenga atribuido su uso en aquel momento. O sea, para resumir, que la operación particional no se puede estimar como operación que tiene su origen en el negocio jurídico insito en un convenio regulador, ratificado judicialmente, y que del mismo no se derivan obligaciones contractuales que repercutan en dicha operación particional, lo cual no puede aplicarse, como pretende la parte recurrente, la teoría obligacional de los “actos propios”. En una palabra, que no ha habido infracción de los artículos 96, 1.255, 1.256 y 1.258 del Código Civil”.
56 Sentencias de 13-6-70, 8-2-74, 25-6-77, 21-6-86, 23-6-98, etc.
57 Véase el último párrafo, del apartado 1.2.1. Nulidad Absoluta, inciso d) Legitimación, nota 15 a pie de página.
58 Esta doctrina jurisprudencial, sin embargo, no siempre es seguida, como es el caso de las Sentencias de 8-7-88, 30-4-90, 27-11-91 y 18-11-98, en las que se declara la rescisión por fraude de acreedores en la liquidación del régimen ganancial. En todo caso procede hacer algunas matizaciones. Cierto que la primera y tercera de las sentencias ahora citadas rescinden la liquidación por fraude de acreedores. La segunda también lo hace, pero los bienes eran de importancia económica, por lo que se declara la nulidad parcial de la liquidación con respecto de los bienes o actos jurídicos tachados de fraude, manteniendo en lo demás la liquidación. La última sienta la doctrina que es más correcta, afirmando que la liquidación no perjudica los derechos de los acreedores, en cuanto siguen ostentando en plenitud sus derechos de crédito, declarando por tanto la eficacia de la liquidación, si bien sin perjudicar a los acreedores. 19-2-92 y 18-11-98.
59 op. cit., T. 3, Madrid 1992, pág. 763.
60 Véase la regla 2º, del inciso f) Efectos de la Rescisión, del apartado 1.2.3. Rescisión, del presente trabajo. Las Sentencias de 19-5-45, 5-11-55 y 5-12-95 prohíben el ejercicio de tal derecho. En la primera se declara que la concesión y uso de tal facultad han de quedar supeditados a que las circunstancias con que en la partición aparezca producida la lesión sea ésta reparable normalmente. En la segunda tampoco se concede el derecho a optar ante las inclusiones y exclusiones habidas en el caudal de la herencia, la defectuosa extensión superficial asignada a las fincas y la anómala y desigual estimación valorativa dada a las mismas, teniendo en cuenta la posibilidad de que mediante la opción subsistiría el daño de los perjudicados.
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